- Los problemas de visión de James Joyce condicionaron su vida y su obra desde muy joven. "Las gruesas gafas que llevaba hacían parecer sus ojos azules casi tan grandes como los de una vaca. Magníficos", escribía de él otro escritor irlandés de la época, James Stephens. Sus limitaciones oculares las reflejó en sus libros y en sus personajes. Apuntan los biógrafos, que su principal novela,'Ulises', ya la escribió prácticamente ciego. Sin embargo, todos le atribuyen erróneamente miopía. Ahora, un detallado análisis de sus gafas y la receta de su último oftalmólogo revelan que padecía hipermetropía.
Un artículo publicado en el número navideño de 'British Medical Journal'acaba con el mito de que James Joyce era miope. Como explica a ELMUNDO.es el doctor Francisco Javier Ascaso Puyuelo, oftalmólogo del Hospital clínico Universitario de Zaragoza y firmante del trabajo, "tras analizar casi un centenar de fotografías del escritor era evidente que las gafas que usaba Joyce albergaban voluminosos cristales positivos empleados para la corrección de la hipermetropía. A diferencia de los cristales correctores de la miopía, las lentes de hipermetropía son convexas, más gruesas en el centro que en los márgenes y agrandan el aspecto de los ojos de quien las porta. Además, si se mira lateralmente a una persona que lleva estas gafas, a través del borde del cristal se observa que el lateral de la cara aparece desplazado hacia dentro". Éste era, claramente, el caso de Joyce.
Pero no es la única evidencia. El artículo incluye un documento definitivo que prueba la existencia de la hipermetropía. "Se trata de una receta de gafas que el doctor Alfredt Vogt, uno de los más célebres oftalmólogos de la época, prescribió al escritor en 1932", indica el doctor Ascaso. Se le prescribieron unas gafas de +17 dioptrías.
"Sorprende que nadie antes haya reparado en esta cuestión", reconoce el especialista del hospital zaragozano. Una errónea interpretación de su primer biógrafo fue el responsable de toda la confusión. "A partir de que Richard Ellman escribiera que 'la miopía de Joyce era su único defecto físico', todos los biógrafos posteriores -Lyons, Davies o Gorman- perpetuaron esta idea e, incluso, se hablaba metafóricamente de una cierta miopía social en la obra del novelista", dice Ascaso.
Mientras que la miopía es un defecto que hace que la visión lejana sea borrosa, la hipermetropía reduce la visión próxima. Esta última es la más útil a la hora de leer y escribir y la responsable de que las novelas de Joyce tuvieran esa puntuación tan particular -más bien falta de puntuación- e incluyeran muchas erratas y errores tipográficos, como reconocó Sylvia Beach, la primera editora del 'Ulises'.
El desencadenante
Según las biografías, Joyce (1882-1941) padeció un síndrome de Reiter -caracterizado por la triada de uretritis, artritis y uveítis-, tras una infección venérea que contrajo en su juventud, cuando de estudiante frecuentaba con sus amigos el barrio rojo de Dublín. Años después, durante el verano de 1907, pasó una noche durmiendo al lado de una alcantarilla, tras una borrachera, y tuvo que ser hospitalizado con un diagnóstico de fiebre reumática. Tras estos episodios,se desencadenó su primer ataque de iritis (inflamación de los tejidos que sostienen el iris) en el ojo izquierdo y, a partir de ahí, su visión fue en picado.
"Los ojos de Joyce fueron sometidos a 13 intervenciones quirúrgicas, incluida la extracción de sangre de los mismos mediante sanguijuelas, técnica muy de moda en aquella época", indica el doctor Ascaso.
De acuerdo con los conocimientos y medios disponibles en la época, el escritor fue tratado con dionina, colirios mióticos, cocaína, arsénico e inyecciones de fósforo. Pero como destaca el médico de Zaragoza, "la ausencia de antibióticos para tratar su infección inicial (la que desencadenó todo el cuadro posterior), de corticoides para controlar los brotes inflamatorios que le provocaron glaucoma, así como de los microscopios operatorios y las técnicas quirúrgicas de hoy fueron trascendentales para el desenlace final".
Según los informes del oftalmólogo Vogt, la agudeza visual del escritor en 1930 se reducía a 1/30 en su ojo derecho y tan sólo 1/800 en su ojo izquierdo, cifras que se enmarcan dentro de lo que se considera "ceguera legal". En esta situación escribió sus últimas novelas -'Ulises' y 'Finnegans Wake', en la que tardó 17 años-.
¿Cómo influyó su falta de visión en su obra? Pues además de atribuirle miopía a algunos de sus personajes -como a su alter ego en la ficción, Stephen Dedalus, que sale en varias de sus novelas-, sus problemas oculares le obligaban a usar lupas para magnificar las palabras. Ésta es la causa de los párrafos con neologismos, errores ortográficos y ausencia de signos de puntuación que caracterizan ese lenguaje tan criticado de las últimas obras de James Joyce.
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