El genoma de una mujer que murió a los 115 años -siendo la más anciana del planeta- y donó su cuerpo a la ciencia acaba de ser descifrado en su integridad.
Los científicos han descubierto, tras estudiar el ADN de la anciana, que sus genes presentaban algunas mutaciones que podrían haberla protegido contra la demencia y otros problemas asociados a la vejez.
La mujer, cuyo nombre era Hendrikje van Andel-Schipper, nació prematuramente y en un primer momento se dudó de que pudiera sobrevivir. Pero no sólo lo logró, sino que se mantuvo sana durante 115 años, hasta su muerte en 2004.
De hecho, un test de aptitudes mentales que realizó a los 113 años mostró que sus capacidades se conservaban en buen estado, equivalente al de una mujer de entre 60 y 75 años.
Además, los médicos no encontraron en la autopsia signos de demencia o de un envejecimiento arterial acorde a su avanzadísima edad, según informa la BBC. Ella atribuía su robusta salud al hecho de comer aranques a diario, una costumbre habitual en su Holanda natal.
El genoma de Hendrikje ha sido secuenciado por un equipo del Centro Médico de la Universidad de Amsterdam VU (Países Bajos) y los resultados se acaban de presentar en el congreso anual de la Sociedad Americana de Genética Humana en Montreal (Canadá
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